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El triángulo de la lucha de clases – Episodio 1

Vasos y Faroles

Lo que sigue es una descripción general de los temas que abordaremos en la serie.

1. – ¿Existe la clase media asalariada?

La clase media es frecuentemente tratada de forma subordinada en las investigaciones teóricas del “entorno” de la comunización. Vemos varias razones posibles para ello.

  • En su versión programática, la teoría comunista ha considerado a la clase media (asalariada o independiente) como objetivo de la política proletaria, ya sea para hacer alianzas con ella o para denunciarla. En su versión comunizadora, la teoría comunista rechaza cualquier idea de una salida política para su actividad y, por tanto, a fortiori, cualquier idea de alianza interclasista. Así, la clase media ha desaparecido más o menos de sus preocupaciones.

  • La clase media actual está formada principalmente por asalariados, y este parecido superficial con la condición proletaria ha llevado a menudo a los críticos a convertirla en un apéndice del proletariado. En este tipo de visión, la CMA como tal desaparece.

  • Especialmente desde la crisis del 2008, la clase media parece comprometida a una proletarización inminente, y esto haría desaparecer la cuestión de la clase media al mismo tiempo que la clase misma. La cuestión teórica de la CMA se resuelve con su caída en el proletariado. Ahora bien, la idea de la desaparición de la clase media en el proletariado no hace más que reproducir el discurso dominante sobre la degradación y el miedo que provoca. Se basa en la noción de que la CMA es sólo una capa social definida por los salarios medios, entre los del proletariado y aquellos de los grandes empleados del capital, una especie de aristocracia obrera superior que se distingue únicamente del resto del proletariado por el sueldo y algunos rasgos culturales. La crisis, al reducir los salarios de al menos una parte de la CMA, poco a poco haría desaparecer a esta capa social intermedia, hasta su extinción en la “crisis final”. Se verá que en realidad la CMA debe ser definida por su función orgánica en el modo de producción capitalista, y que juega un rol específico e indispensable como clase dirigente en la valorización y reproducción del capital. Este rol implica que la CMA está ahí para durar mientras dure el modo de producción capitalista, incluso en la crisis que eventualmente verá la superación del MPC.

  • Quizás convenga agregar una cuarta explicación de la poca importancia que se le da a la cuestión de la clase media asalariada. Depende de la separación fundamental que existe entre la teoría y el movimiento real. Tenemos que darnos cuenta de que la teoría comunista a menudo no es obra de proletarios, sino de no-proletarios. Para producir teoría se necesita tiempo y medios, y los proletarios tienen poco. Este tiempo y estos medios —aunque sólo sea en forma de cierto dominio de las facultades intelectuales (lectura, análisis, escritura, etc.)— no surgen de la nada: proceden de un lugar determinado en la división social del trabajo que en principio no es aquel del proletario, y también de un cierto nivel de vida. Evidentemente existen excepciones, pero no son muy significativas. Reconocer esto no significa descalificar a los teóricos no-proletarios. La teoría siempre se ha producido en forma separada, tanto en la época del programa proletario como en la actualidad (ver Soledad de la teoría comunista1). Pero el programa proletario tenía todo un arsenal de “soluciones” para supuestamente superar esta separación. El movimiento obrero tradicional contaba con un conjunto de instituciones que integraban a miembros de las clases medias que se unían al proletariado mediante la adhesión política. Esta era la forma en que los teóricos (generalmente de origen pequeñoburgués) se aseguraban de pertenecer al proletariado, por alianza en cierto modo. Hoy en día, no hay más instituciones proletarias y la teoría no tiene (o tiene muy poco) contacto con las luchas cotidianas. En ausencia de una adhesión institucional a la causa del proletariado, los teóricos se encuentran aislados en círculos que forman parte de la CMA (condición de producción teórica). Si no queremos admitir eso, es fuerte la tentación de ocultar la cuestión de la CMA, de negar su existencia o su importancia, para garantizar a su vez la pertenencia del teórico al proletariado, sea cual sea su nivel y su modo de vida. La tentación de concebirse a sí mismo como una expresión inmediata y no-separada del curso cotidiano de las luchas del proletariado sobrevive en los círculos teóricos actuales. Y en este caso, la cuestión de la clase media asalariada se vuelve tácita, un tabú. Esto permite presentarse como simples “proletarios conscientes”, y una vez más esquivar la separación que forma la base de la teoría comunista y que ésta debe asumir sin complejos.

Para concluir, creemos, por el contrario, que la CMA constituye un objeto teórico propio, que haberla descuidado hasta ahora ha sido fuente de confusiones perjudiciales en el análisis y evaluación de muchas luchas actuales (Oaxaca 2006, Túnez, Egipto 2011, Francia 2010, 2016, etc.). Y veremos que una mayor comprensión de la CMA permite esclarecer mejor la cuestión del proletariado mismo.

The proof of the pudding is in the eating (La prueba del pudín está en el comer), dice un proverbio inglés. La prueba de la clase media son sus luchas. Son ellas las que nos han llevado a examinar la cuestión de la CMA por sí misma. En movimientos sociales como los de Irán en 2009, Israel en 2011, Turquía en 2013, Hong Kong en 2014, etc., asistimos a protestas masivas de amplias fracciones de la clase media asalariada contra las condiciones económicas y sociales en las que les colocan las actuales modalidades de acumulación de capital (crisis económica, globalización, burbujas inmobiliarias, igualación sesgada, etc.). Habrá que caracterizar estas luchas, evaluar su grado de “pureza de clase”. Porque el proletariado se asocia frecuentemente, a veces de manera masiva (Túnez y Egipto, 2011), a veces de manera más limitada (Oaxaca 2006, Venezuela 2014, Francia 2016).

Es imposible ignorar las luchas de CMA, especialmente en la época actual. En todo el mundo, dan lugar a monstruosas y espectaculares manifestaciones que hacen que los militantes y activistas se pongan verdes de envidia. A veces son muy violentas y, por muy “pequeñoburgueses” que sean, los manifestantes muestran una osadía y un coraje notables en la defensa de su causa. Finalmente, a veces salen victoriosos, como cuando logran la caída de Ben Ali o Mubarak. Habrá que analizar las condiciones y el contenido real de estas victorias.

2. – Definiciones difusas de la clase media asalariada

Uno de los problemas que encontramos cuando abordamos la cuestión de la CMA es aquel de su definición. Algunos llegan a decir que, como no podemos trazar claramente los límites, la clase media no existe realmente, sino que es la fracción superior del proletariado. Las clases medias estarían, pues, esencialmente compuestas por proletarios. “Esencialmente”: por lo demás, admiten la noción de clase media, pero para convertirla en una tierra de nadie sin límites definidos. No hemos avanzado mucho. En este tipo de razonamiento, el estatus salarial tiene prioridad sobre otros determinantes. Ser asalariado equivale a ser proletario. El nivel de los salarios en sí mismo solo se tiene en cuenta para los salarios muy altos.

¿Nos pueden ayudar las categorías socio-profesionales? Las estadísticas de la población activa muestran a grandes rasgos que, históricamente, una nueva capa social, asalariada, se formó y creció a medida que disminuía el lugar de la pequeña burguesía propiamente dicha (campesinos, comerciantes, artesanos).

Francia: las clases medias de la población activa (en 000)

Año

1962

1975

1982

1999

2005

2010

2014

C.m. independiente

5.025

3.348

3.176

1.969

2.040

2.068

2.039

CMA

2.703

4.268

5.350

7.983

9.115

10.129

10.735

Fuente: INSEE, et Serge Bosc, Sociologie des classes moyennes, La Découverte 2008

Se ve que el declive de la clase media independiente está más que compensado por el auge de nuevas profesiones asalariadas (docentes, directivos, técnicos, personal administrativo de todo tipo, etc.). Esta evolución no se limita a Francia. Está sucediendo en todos los países. Es más marcado en los países centrales, pero también se está produciendo en las zonas periféricas. Dicho esto, ¿estos nuevos asalariados forman ellos una clase? Los CSP2 no ayudan a responder la pregunta. ¿Qué tienen en común un profesor y un ejecutivo administrativo, un capataz y un inspector del trabajo? Las categorías socio-profesionales de la estadística no nos permiten responder.

Exista o no, podamos o no trazar sus límites, la clase media asalariada es objeto de innumerables libros y artículos. La sociología está tanto más interesada en este objeto fantasma que es por excelencia el sujeto electoral que buscan políticos y gobiernos de todos los bandos. Además del nivel de vida, las aproximaciones de la CMA se hacen también a través de los niveles de educación, el estilo de vida, etc. No permiten mucha más claridad que el aproximamiento de los salarios o de la CSP.

3. – Para una definición marxiana de la CMA

Creemos que es posible definir la clase media asalariada de manera rigurosa y marxiana, aunque esta definición no pueda ser utilizada por sociólogos, políticos y publicistas. Por “marxiana” queremos decir que esta definición está anclada en el análisis fundamental de la acumulación del capital, es decir, la extracción y circulación de la plusvalía. Por otra parte, poco importa que esta definición se aparte de la letra de los pasajes (pocos en número) que Marx pudo dedicar a las clases medias, bajo el nombre de “devoradores de plusvalía”, “clases improductivas” o “cuerpos ideológicos”. En el mejor de los casos, son sus nociones imprecisas las que plantean un problema en la construcción de una teoría general de la clase media. Veremos que el análisis de los salarios permite establecer que los trabajadores de la clase media asalariada reciben del capital un sobresalario, además del valor de su fuerza de trabajo. Este sobresalario se traduce en un sobreconsumo y la formación de reservas, que son las características visibles de CMA. ¿De dónde proviene este sobresalario, cuál es su función? Esto es lo que tendremos que explicar.

Es a partir de una definición marxiana de la clase media asalariada que se hace posible comprender los vaivenes de sus luchas, así como las relaciones entre éstas y las luchas del proletariado, cotidianas o insurreccionales. Porque esta definición permite comprender los intereses objetivos de los actores de la lucha, su posición en el mecanismo fundamental de la reproducción capitalista. Por ejemplo, las y los profesores de Oaxaca son indudablemente bastante pobres. Las cifras indican que esto no los convierte en proletarios, y aquí se encuentra el origen de los límites intrínsecos de sus luchas. Es inútil deplorar o intentar forzar estos límites. Para nosotros, que nos situamos en la perspectiva de una revolución comunizadora, contentémonos con observar que su lucha no es la nuestra. En términos generales, y en la medida en que la parte del sobresalario que se encuentra en los ingresos de la CMA se toma del pool general de plusvalía social, el interés objetivo de la CMA es que este pool se alimente lo más posible. Lo que significa que el interés de la CMA es que se mantenga y se refuerce la explotación del trabajo. Y esto es lo que permite comprender todas las ambigüedades del interclasismo.

4. – El Interclasismo

Mientras la CMA lucha por sobresalario, es decir, a favor de la explotación del trabajo, el proletariado se esfuerza en sus luchas cotidianas por limitar esta explotación. Sin embargo, a pesar de la aparente contradicción de sus intereses “objetivos”, el proletariado y la CMA a menudo luchan codo a codo contra un enemigo común. Se ha visto en Túnez y en Egipto en particular. Esta convergencia no es paradójica si se olvida que el proletariado también tiene interés en la continuación de la explotación si quiere defenderse de los despidos, deslocalizaciones y cierres de fábricas, y tratar de mantener su nivel de vida en la reproducción de la sociedad capitalista. Es en esta configuración de la relación entre proletariado y capital (la de las luchas cotidianas) donde la lucha proletaria puede converger con aquella de la CMA.

El interclasismo consiste, pues, en el hecho de que dos clases con intereses objetivamente contrarios se asocian en la lucha. Esta asociación debe ser bien definida. ¿Es política? ¿Voluntaria? ¿Simplemente dada por las circunstancias? Para que la CMA se ponga en movimiento, es necesario que haya una crisis de valorización relativamente importante, una crisis tal que el nivel de vida de la clase media se degrade considerablemente. Tales condiciones repercuten también sobre el proletariado y, por lo tanto, pueden provocar también su entrada en la lucha. La asociación del proletariado con la lucha de la CMA se produce en diversos grados. Puede ser más o menos masiva, desde la participación en manifestaciones a título individual hasta la huelga de gran escala, pasando por la presentación de reivindicaciones específicas para aprovechar la oportunidad que ofrece la entrada en lucha de la CMA. En cualquier caso, los hechos que hemos observado parecen conducir a la siguiente conclusión: para que una lucha de la CMA conduzca a una victoria (sea cual sea la opinión que se tenga de ella), es necesario que el proletariado se asocie a ella, y de forma masiva. Tiene que aparecer como una clase que defiende sus propios intereses. No basta con que los proletarios se unan a la lucha de la CMA de forma más o menos individual, por ejemplo, participando en manifestaciones o disturbios. Si la clase no aparece como tal, los individuos proletarios serán fagocitados en el movimiento de la CMA. Ésta última aparece entonces sola frente a su enemigo, que, como veremos, es generalmente el Estado. En ausencia de una amenaza del proletariado, el Estado no tiene dificultad en repeler la ofensiva de la clase media. Esto es lo que vimos, por ejemplo, con el movimiento Occupy en Estados Unidos, con el movimiento verde en Irán, o incluso en Oaxaca.

El interclasismo también puede partir de las luchas proletarias, a las que la CMA llega a asociarse de forma más o menos masiva. El resultado es el mismo y no invalida la regla que formulamos anteriormente. Para que una lucha de la CMA sea victoriosa, la condición necesaria (pero no suficiente) es que se desarrolle en un contexto interclasista donde el proletariado aparezca de forma masiva y como clase propia del modo de producción capitalista.

Muchos camaradas piensan que, teniendo en cuenta el desorden general provocado por las manifestaciones, motines, etc. de la lucha interclasista, el proletariado podría aprovechar esto para iniciar una revolución. Por ejemplo, las tres semanas volcánicas que bloquearon Egipto en enero-febrero de 2011 habrían tenido un potencial revolucionario. Ahora bien, es imposible que una lucha interclasista se convierta en un movimiento revolucionario por la generalización y/o profundización de su propia dinámica. Y esto no porque la clase media dirija y manipule al proletariado para desviarlo de sus propios objetivos, sino porque la propia naturaleza del interclasismo implica que el proletariado lucha dentro de las compatibilidades del capital, que lucha por una mejora de las condiciones de su explotación, y no en ruptura con ellas. Tal ruptura puede tener lugar en la vorágine interclasista, pero primero implica romper con las modalidades del interclasismo.

Más aún: el interclasismo, al menos en el período actual, regularmente tiene por contenido el ataque del Estado por las dos clases, que es su interlocutor para obtener la esperada mejora de las modalidades de explotación y/o sobresalarios. La relación con el Estado es lo que une a las dos clases en el interclasismo. Le piden que regule la relación social a su favor (democratización, anticorrupción, derecho laboral, sindicatos independientes, etc.) contra las influencias contrarias, en particular las de empresas multinacionales y de las organizaciones supranacionales. Cuando el Estado es el empleador (funciones públicas, empresas estatales), es todavía en su función reguladora donde se dirigen las luchas del interclasismo. Defensa del empleo, creación ex-nihilo de puestos de trabajo para licenciados en paro, “derecho al desarrollo”, intervenciones para evitar el cierre de empresas, son las reivindicaciones que se suman habitualmente a otras, más clásicas, relativas a los salarios y a las condiciones laborales.

Los límites de las luchas en el interclasismo se deben, pues, fundamentalmente al hecho de que las dos clases en cuestión se dirijan al Estado en lugar de atacar al capital. Esta es, al menos, la observación empírica que hacemos cuando consideramos todas las luchas interclasistas que se han desarrollado ante nuestros ojos desde el cambio de siglo. Esta hipótesis tendrá que ser probada con mayor profundidad.

5. – ¿Qué está en juego?

De lo anterior se desprende que nuestro objetivo es triple (como mínimo). Por un lado, se trata de fundar una verdadera teoría de la clase media asalariada. Veremos que ciertos elementos ya existen, pero han sido singularmente desatendidos por la corriente comunizadora. Por otro lado, sobre la base de esta teoría, necesitamos profundizar en nuestra comprensión del interclasismo y sus límites intrínsecos. Finalmente, es necesario hacer una clara distinción entre los diferentes movimientos sociales. ¿Qué clase está en acción? Si es el proletariado, ¿en qué contexto actúa (interclasista o no, lucha cotidiana o algo más)? No debemos rehuir la observación de que incluso los movimientos más intensos y generales como las primaveras tunecina o egipcia no tenían una perspectiva revolucionaria real sobre su propia base (interclasista). Esto estaba doblemente inscrito: la lucha del proletariado no se apartó del curso cotidiano de la lucha de clases en ausencia de una insurrección contra el capital (más que contra la policía). Y la asociación del proletariado con la CMA reforzó este límite de las luchas propiamente obreras.

Por supuesto, no se puede descartar que, en el torbellino de un movimiento al estilo egipcio (varias semanas de disturbios, manifestaciones monstruosas, ocupaciones de lugares —todas actividades no particularmente revolucionarias), intervenga una ruptura que haga que la lucha del proletariado pase a otro nivel, cualitativamente diferente. Una tal ruptura nunca ha ocurrido. Hemos dicho que no sucederá por transcrecimiento del proceso interclasista. No es haciendo más manifestaciones masivas en más lugares que llevaremos un movimiento del estadio reivindicativo al estadio revolucionario. Y se puede añadir que la ruptura tampoco se hará por transcrecimiento solamente de la actividad proletaria en este proceso (más huelgas, más manifestaciones independientes, más autonomía en la relación a la CMA, etc.). La ruptura con el interclasismo será provocada por una modificación significativa de la relación proletariado/clase media/capital. Y sea lo que sea, implicará un cambio importante en las prácticas de las luchas del proletariado. En cuanto el proletariado deja de acudir al Estado para negociar, y ataca al capital en una actividad de crisis que no discute, ya no se trata de organizar manifestaciones monstruosas ni de ocupar plazas, ni siquiera fábricas.

El reto de una teoría marxiana de la clase media es, pues, gracias a una mejor comprensión de lo que es esta clase, elevar el análisis de las luchas actuales al nivel de las exigencias de la comunización. Sólo desde una perspectiva programática las luchas interclasistas pueden considerarse como el caldo de cultivo para una revolución proletaria. Entonces se considera que el movimiento general facilita la toma del poder, a costa de que el proletariado luche en el seno del movimiento interclasista por sus propios intereses. Esta visión política puramente teórica no resiste la prueba de la historia real. Sin embargo, muchos se han hecho ilusiones en cuanto a la posibilidad de una política proletaria radical dentro de una lucha interclasista. El señuelo aquí es que las dos clases en lucha plantean su afirmación como el medio y el objetivo de la revolución que prevén. Esta similitud se puede ver en particular en la similitud de las formas de lucha. La clase media comparte con el movimiento obrero tradicional el uso de barricadas, grandes manifestaciones, etc. De ahí la confusión, incluso entre algunos comunizadores: cuando militantes y activistas observan tales manifestaciones de masas o de barricadas, creen ver un potencial de revolución comunista. Se equivocan. Porque si es cierto que la insurrección que producirá la autonegación del proletariado incluirá una primera fase de afirmación de clase —aunque sea para rebelarse— esta primera fase no consistirá en defender barricadas ni en manifestarse. Hoy en día, donde la perspectiva comunizadora cambia profundamente los criterios de apreciación que utiliza la teoría en su observación de los movimientos sociales, podemos estar seguros de que una iniciativa del proletariado con un potencial real de superación será inmediatamente reconocible por algunas de sus características (desmasificación, movilidad, compromiso masivo del proletariado productivo, extensión geográfica inmediatamente internacional, etc.). Tales características pueden aparecer independientemente de un movimiento de clase media o, como hemos dicho, en ruptura con dicho movimiento. Pero en cualquier caso, se distinguirán rápidamente los faroles que iluminarán las fiestas comunistas de los vasos del interclasismo.

B.A. – R.F.,

mayo 2017

Traducido por Irrupción ediciones


1 http://www.hicsalta-communisation.com/textes/solitude-de-la-theorie-communiste

2 Contrat de sécurisation professionelle (contrato de garantía profesional). [N Del T.]

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